Un parterre de 100 metros cuadrados frente a la terminal terrestre de Carcelén, norte de Quito, es el refugio temporal de cientos de venezolanos. Ellos llegan cada día con lo que llevan puesto y con la esperanza de poder viajar a Perú.
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Carlin, una venezolana de 26 años, salió hace doce días de su natal Valencia. Ella viajó con su bebé en brazos enfermo de bronquitis. Carlin llegó el lunes por la noche a Quito, que la acogió con una inusual lluvia invernal en pleno agosto.
Sin recursos para continuar su viaje, pernoctó en una improvisada carpa hecha con plásticos y cartón. Este es un reducido recinto acolchado por el pasto junto a la terminal, desde la que espera partir pronto.
«Mi meta es llegar a Perú, necesito estabilizar a mi hijo», dice a Efe esta madre al observar a su pequeño caminar entre maletas y cajas del campamento venezolano y agrega con nostalgia: «Él nunca había salido de su casa».
Cruzaron Colombia «halando dedo» viajando de día y buscando refugio de noche. Los venezolanos han teniendo que dormir en ocasiones en bodegas abandonadas o apoyados en el tronco de un árbol cuando no había más opción.
«Una vez nos corrieron de un lugar, nos dijeron ladrones porque nos acostamos a dormir ahí», recordó.
Como ella, cientos de venezolanos llegan al Terminal de Carcelén. Desde que la mayoría busca a través de la caridad o de trabajos temporales reunir los 15 dólares que cuesta el boleto de autobús para poder desplazarse a Huaquillas, frontera ecuatoriana con Perú y destino final de muchos.
Situación precaria viven cientos de venezolanos
Las precarias carpas dejan entrar por la noche el frío y la lluvia de Quito. Sin embargo, Carlin sonríe al explicar que era la primera vez que podía limpiar a su hijo de un año con toallas húmedas y colocarle pañales desechables en vez de franelas.
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El promedio de venezolanos que ingresa al país es de 4.000 al día, según la Vicepresidencia del Ecuador. Las autoridades migratorias de Colombia indicaron que desde principios de año y hasta mayo más de 286.000 cruzaron el Puente Internacional de Rumichaca hacia Ecuador.
En las primeras horas del día los venezolanos del improvisado campo forman una fila para recibir por parte de voluntarios plátano maduro, pan y café caliente, «para calentar los huesos», comenta un inmigrante mientras se lleva el vaso a la boca.
A pesar de las cifras oficiales, el portal del venezolano Eduardo Febres, exdiplomático y activista social por los derechos de los migrantes, asegura que en Ecuador ingresan a diario 5.139 venezolanos, pero más de la mitad se traslada a otros países como Perú, sin embargo, cada vez el viaje les resulta más complicado.
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En los últimos meses las redes sociales se han llenado de vídeos en los que aparecen grupos de individuos que hacen el recorrido a pie desde Venezuela a diferentes países de la región, los que tienen suerte en bicicleta.
Ese ha sido el caso de Willian Gómez, que limpia su pequeña BMX con la que ha recorrido en una semana y media los más de 2.200 kilómetros que separan su natal Valencia de Quito.
Con información de EFE