Los rescatistas se movilizan entre la desolación por las casas destruidas y plantaciones completamente calcinadas por la furia que desató el volcán, de 3,763 metros de altura y a 35 kilómetros al suroeste de la capital.
En el corazón de la tragedia, las escenas son catastróficas. Un periodista de la AFP observó al menos tres cuerpos calcinados entre los escombros el caserío San Miguel Los Lotes, vecino de la golpeada aldea El Rodeo, donde socorristas, soldados y policías buscaban personas vivas.
Gallinas, patos y perros muertos también yacían entre el lodo y ceniza, mucha aún humeante, mientras que otros animales domésticos estaban abandonados a su suerte.
García, vecina de Los Lotes comentó que se salvó porque su esposo la sacó del lugar.
El secretario de la Conred, Sergio Cabañas, indicó que los fallecidos quedaron atrapados en el material caliente que descendió del volcán.