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El curioso momento en el que los médicos estaban en contra de los laboratorios y los estetoscopios y demás instrumentos

Lo que hoy parece natural implicó un dramático cambio para los médicos del siglo XIX: aceptar la teoría germinal, usar laboratorios para diagnosticar y hasta usar nuevos instrumentos. Todo parecía amenazar su autoridad.

"La verdadera causa de la fiebre tifoidea no es un microbio, sino las terribles condiciones de vida de los pobres… El laboratorio falla por completo".

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Esa era la opinión del célebre cirujano abdominal escocés Lawson Tait, quien era enemigo no solo de la teoría microbiana o germinal de las enfermedades infecciosas sino también de los laboratorios bacteriológicos en la década de 1890.

Tait era un cirujano muy popular en Birmingham, Inglaterra, donde hacía miles de operaciones. Para él, la teoría germinal era…

"una doctrina asombrosa para alguien que tiene la costumbre de abrir el peritoneo diez, doce, quince veces por semana sin la menor consideración a la presencia o ausencia de gérmenes y sin la más mínima precaución para su destrucción".

Desde su punto de vista, la "vida", esa misteriosa presencia que distingue la materia viva de la materia muerta o inerte, "es el antiséptico más perfecto que tenemos

"este hecho primordial es el que hace que todos los ‘cultivos’ y todos los experimentos de laboratorio fallen absolutamente en la obtención de resultados que puedan aplicarse con seguridad al ser vivo, particularmente al hombre".

Los tres enemigos

Ni Pasteur ni Koch ni Lister lograron convencer a todos los médicos, por más que las pruebas demostraran que estaban en lo cierto.

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