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Rafael Correa: Nosotros no somos los traidores, son ellos

El expresidente Rafael Correa se refirió a su viaje y dijo que es “fruto de la traición, de la agresividad de los de siempre”

(Cristina Vega Rhor)

Cientos de militantes recibieron este martes con vítores y emoción al expresidente Rafael Correa, quien por primera vez pisaba Quito desde que abandonó Ecuador en julio pasado, y con consignas como la de «Fuera Lenín fuera», en alusión al actual presidente del país.

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La concentración tuvo lugar en la popular avenida de los Shyris, frente a la sede central del movimiento Alianza País en la capital ecuatoriana, a la que Correa llegó a media tarde para reunirse con líderes locales del partido y asambleístas.

Una fuente de la seguridad de la sede dijo a Efe que unos 25 asambleístas participaban en la reunión, que se celebraba a puerta cerrada mientras afuera se iban concentrando los seguidores del exmandatario con decenas de banderas de color verde del movimiento Alianza País y algunas de Ecuador.

La cita con los dirigentes, entre los que estaban el excanciller Ricardo Patiño y la depuesta secretaria de AP Gabriela Rivadeneira, se vio interrumpida por una breve intervención de Correa a sus cientos de seguidores desde el tejado del edificio, en la que, casi afónico, volvió a repetir las consignas desde que llegó al país la madrugada del sábado.

Este viaje, dijo a los militantes, es «fruto de la traición, de la agresividad de los de siempre» y aseguró que «en cada rincón de la patria» ha sentido el calor de los suyos y aseguro que «somos muchísimos más».

La presencia en lo alto del edificio por parte de Correa, vestido con camisa verde y con Rivadeneira a su derecha, propició una ola de excitación y gritos, mientras él señalaba con el dedo hacia el sur -con dirección al Palacio presidencial de Carondelet- para indicar dónde estaba, a su juicio, el foco de la «traición».

«Nosotros no somos los traidores, son ellos», repitió al referirse al Gobierno actual, al que acusó de abusar de la lucha contra la corrupción «para tratar de perjudicarnos», lo que calificó de «imperdonable».

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«Saben que jamás hemos tolerado la corrupción. ¡A no dejarnos ganar la batalla moral!», instó a los presentes, muchos de los cuales portaban carteles con la fotografía de Correa al estilo del artista Andy Warhol y la leyenda: «Se fue a volver».

También había un corro de seguidores con camisetas en las que se podía leer: «Séptima Convención, Brigadas RC», acrónimo de Rafael Correa.

La Séptima Convención se refiere a la disputada convención nacional de AP que convocó el ala correísta del movimiento para el próximo domingo, en Esmeraldas (noreste), para decidir sus próximos pasos frente a lo que consideran la «traición» del presidente Lenín Moreno a los principios de la Revolución Ciudadana.

Los correístas acusan al actual presidente ecuatoriano, formalmente de su misma formación política, de haberse apartado del proyecto social y económico que el exmandatario, residente en Bélgica desde julio, inició cuando asumió el poder por primera vez en 2007.

En la sede de AP, la habitual fotografía del presidente Moreno fue sustituida hoy por un cartel de «#Bienvenido Rafael», mientras a sus puertas de color verdes y en las rejas exteriores se agolpaban decenas de simpatizantes.

Los otros merodeaban por los alrededores de la gran avenida o esperaban con expectación la salida de su líder desde unas antiguas gradas allí construidas, pero que no estaban llenas.

Aunque no hay cifras oficiales de participación, ante el edificio habría concentradas entre 500 y 1.000 personas.

El acceso a la sede era esta tarde un ir y venir de diputados y líderes del movimiento, frente a un público que esperaba ver a Correa con la máxima ansiedad y expectación.

«Es un orgullo ecuatoriano estar hoy en Quito para estar con Correa», decían algunos de los participantes, llegados desde distintas zonas del país.

Una mujer, llorando de la emoción, repetía ante Efe que «Somos la gente», y recordaba que durante el Gobierno de Correa se dieron «20.000 becas», cuando antes «no teníamos ni agua».

Entre los manifestantes, los organizadores repartieron una carta abierta de Correa a la militancia con todos los males de los que acusa a su sucesor, y el llamamiento de que «la única batalla que un revolucionario no puede perder es la batalla moral».

Al otro de la calle, del lado del popular parque de la Carolina, junto a la tribuna, un grupúsculo de opositores, apenas 15 o 20 personas gritaban: «¡Preso Correa, preso Correa!», «¡Ladrón!».

EFE

 

 

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