Dos soldados miembros del equipo 6 de los Navy Seals se disputan la autoría del disparo que mató a Osama Bin Laden. Matthew Bissonnette y Robert O’Neill son los exagentes que han defendido su postura en entrevistas y libros.
O’Neill ha contado su versión en un libro titulado ‘The Operator’. El veterano en su obra cita a otro agente que habría sido testigo de los últimos minutos del terrorista.
Según la información publicada, O’Neill caminaba unos pasos por detrás de sus compañeros de equipo buscando el recinto de tres pisos que Bin Laden utilizaba como vivienda en Abottabad (Pakistan).
En el segundo piso, pudieron distinguir al hijo de Bin Laden, Khalid, que iba armado un AK-47. «Khalid, ven aquí», le susurraron los agentes. Tras su negativa recibió un disparo en la cara.
Luego, O’Neill, acompañado por otro soldado, subió al tercer piso. Irrumpieron en la habitación de Bin Laden, y el acompañante inmovilizó inmediatamente a dos mujeres, suponiendo que podrían tener chalecos explosivos suicidas. Mientras, O’Neill disparó contra el fundador de la Qaeda.
«En menos de un segundo, apunté por encima del hombro derecho de una mujer y apreté el gatillo dos veces. La cabeza de Bin Laden se abrió, y él se cayó al suelo. Le disparé otra bala en la cabeza. Por seguridad», escribe en su libro O’Neill según una publicación de ActualidadRT.com.
Tras esta operación que fue denominada ‘Gerónimo’, el Gobierno de Estados Unidos anunció que Bin Laden había fallecido. Sin embargo, nunca se publicaron imágenes reales del cuerpo del terrorista.
Razones por las que no publicaron fotos del cuerpo de Bin Laden
Jack Murphy, exmilitar y politólogo, publicó las razones en un artículo en el portal ‘Sofrep’. Según su tesis, el estado en que habría quedado el cuerpo de Bin Laden pondría en entredicho la honorabilidad del ejército estadounidense.
El exagente relata que, tras matar a Bin Laden, los soldados se turnaron para descargar sobre su cuerpo una enorme cantidad de munición, dejando al menos 100 agujeros de bala, algo que él considera «más que excesivo».
«Bajo las Leyes de la Guerra Terrestre un soldado está plenamente autorizado para hacer algunos disparos de seguridad sobre su objetivo después de que haya caído. Siempre que el enemigo no se rinda, es moral, legal y éticamente apropiado dispararle al cuerpo unas cuantas veces para asegurarse de que está realmente muerto y ya no es una amenaza. Sin embargo, lo que ocurrió en la incursión de Bin Laden fue excesivo. Y ese exceso no era necesario para asegurarse de que Bin Laden ya no era una amenaza. El exceso fue pura autoindulgencia», indicó Murphy.
El exmilitar culminó su artículo dirigiéndose al lector con una explicación sencilla: «Ahora ya sabes la verdadera razón por la que el gobierno de Obama no ha publicado imágenes del cadáver de Osama Bin Laden. Hacerlo mostraría al mundo un cuerpo lleno de un ridículo número de heridas de bala». Y eso, en su opinión, era algo que los altos mandos militares estadounidenses querrían evitar a toda costa.
«La imagen probablemente causaría un escándalo internacional; se realizarían investigaciones que podrían descubrir otras operaciones y actividades, y muchos harían cualquier cosa para mantenerlas ocultas», concluyó.