Lenín Moreno, vencedor de las presidenciales ecuatorianas del domingo según los últimos datos oficiales, encarna un nuevo estilo para gobernar, basado en el diálogo y el rechazo a la confrontación, a la que nunca rehuyó el gobernante Rafael Correa, siempre crítico con la oposición, los ricos y el «viejo país».
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Moreno, de 64 años, afirma que seguirá la línea del presidente saliente pero aplicará cambios en el estilo y trabajará en favor de «los más olvidados de entre los olvidados».
Su rechazo al choque frontal le llevó a desestimar, durante la campaña electoral, propuestas para mantener debates electorales con su contendiente, el opositor Guillermo Lasso, y a ofrecerse, en cambio, para conversaciones e intercambios de ideas en los que dar a conocer las propuestas de gobierno de ambos aspirantes.
Moreno acostumbra a bromear con quienes le rodean y a menudo hace chistes en sus intervenciones públicas que, en ocasiones, finaliza entonando canciones, pues la música es una de sus aficiones.
Desde 1998 se desplaza en silla de ruedas, ya que quedó parapléjico a causa de un disparo que sufrió durante un asalto, suceso que le llevó a orientar su vida en favor de las personas con discapacidad.
Y por eso que durante el tiempo que fue vicepresidente de Ecuador en el Gobierno de Correa (2007-2013) impulsó programas de asistencia a este sector de la población, lo que le propició la gratitud del pueblo y el reconocimiento internacional, pues muchos países se interesaron en replicar sus planes.
Esa tarea la continuó después de abandonar el Gobierno, cuando el ex secretario general de la ONU Ban Ki-moon le designó como su enviado especial sobre Discapacidad y Accesibilidad, cargo que abandonó al aceptar la candidatura a la Presidencia por su movimiento político, Alianza País (AP).
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Lenín Voltaire Moreno Garcés nació en la ciudad de Nuevo Rocafuerte, en la provincia amazónica de Orellana, muy cerca de la frontera con Perú, donde sus padres eran maestros.
Esa cercanía a la selva le movió a ser un defensor del medioambiente y su convivencia con pueblos indígenas le hizo inclinarse hacia las causas sociales.
La solidaridad «es la razón por la que estoy aquí en este momento, porque si no vives para servir, no sirves para vivir», aseveró el 1 de octubre pasado tras ser ratificado como candidato presidencial por su formación política.
Licenciado en Administración Pública por la Universidad Central (estatal), profesor de secundaria y empresario dedicado a la promoción turística antes de desembarcar en la política, Moreno empleó buena parte de su vida a estudiar el humor, tema sobre el que ha escrito una decena de libros.
Fue a raíz del asalto que sufrió cuando descubrió la «medicina» del humor y la risa, «porque cuando ella está, el dolor no puede estar», ha afirmado el candidato, quien defiende las propiedades analgésicas y terapéuticas de la risa.
Tras aquella dura experiencia, su padre, Servio Moreno, cuenta que Moreno le dijo: «la vida continúa, papá» y le confesó que había perdonado a su agresor.
«Encontré paz espiritual (en) el momento en que empecé a rezar por la persona que me disparó. Seguramente a ese joven le faltó mucho amor», reveló Moreno en una ocasión.
Casado con Rocío y padre de Cristina, Karina e Irina, el próximo presidente de los ecuatorianos sostiene que la política «no es fea», aunque el concepto «ha sido prostituido».
«Pero tengo fe en que lo vamos a rescatar», dice. EFE