Emocionado tributo a las víctimas en el escenario en el que se tenía que haber disputado la Copa Sudamericana. No han parado de animar en toda la noche. Miles de personas han coreado el himno del que iba a ser su equipo rival. El estadio Atanasio Girardot de Medellín se llenaba de camisetas blancas y flores para rendir homenaje a los jugadores brasileños.
Acto que comenzaba, justo, cuando el árbitro debería haber pitado el inicio de la final de la copa sudamericana. Emoción que ni el ministro de exteriores brasileño podía contener. Anoche todos los aficionados colombianos querían estar aquí, hasta las casi 30.000 personas que siguieron la ceremonia desde el exterior del estadio.
También a miles de kilómetros de distancia, en el propio campo Chapecoense, los jugadores que no viajaron con su equipo saltaban al campo. Iluminados desde las gradas, donde no han faltado las lágrimas, pero tampoco sus tradicionales gritos de ánimo. Porque anoche su equipo jugó el partido de su vida…. Reuters