Lo que muchos América Latina temían es una realidad: Donald Trump fue elegido presidente de Estados Unidos, una sorpresa que puede traer el mayor cambio en las relaciones de Washington con sus vecinos continentales en décadas.
Ya sea por sus promesas de construir un muro en la frontera con México, deportar masivamente inmigrantes sin papeles y aumentar el proteccionismo comercial, o por los efectos que su elección tiene en los mercados, Trump es ahora para Latinoamérica una fuente de inquietud y tensión.
Lo que hará o dejará de hacer el magnate republicano desde la Casa Blanca es una incógnita incluso para los expertos, pero hay quienes advierten que, de mantenerse fiel a sus propuestas, se sentirán desde lejos las profundas consecuencias de su gobierno.
Trump ganó la elección como un candidato ajeno y opuesto al sistema político estadounidense, mostrando su voluntad de cambiar las cosas con una serie de propuestas que causaron alarma.
Prometió construir un gran muro en la frontera con México y obligar a este país a pagarlo, algo que se volvió todo un símbolo de su voluntad de dar la espalda al vecino del sur.
También habló al inicio de su campaña de deportar a 11 millones de inmigrares indocumentados que viven en EE.UU., en su mayoría provenientes del sur del río Bravo, y sostuvo que desde México llegan criminales y violadores.
Pero luego visitó ese país, fue recibido por el presidente Enrique Peña Nieto y más recientemente moderó su retórica sobre las deportaciones masivas, sugiriendo que se enfocaría en quienes tienen antecedentes penales.
Este tema impacta directamente en la economía de América Latina, que recibe cada año más de US$65.000 millones de en remesas enviadas por inmigrantes desde EE.UU., según estudios.
Además, Trump define el tratado de libre comercio de EE.UU. con Canadá y México, conocido como Nafta, como «el peor» jamás firmado, y ha hablado de imponer un arancel de 35% para importaciones desde el vecino del sur.
Esto tendría un impacto enorme en la economía de México, que el año pasado exportó bienes y servicios por US$316.400 millones y logró un superávit comercial bilateral de US$49.200 millones.
Esa retórica permitió a Trump conquistar votos de una creciente porción del electorado estadounidense contraria al libre comercio y a la acogida de inmigrantes.
Y ahora que fue electo, la gran pregunta es qué hará exactamente Trump desde el gobierno.
«Tiene cierto margen de decisión como presidente, pero también hay temas donde está muy limitado lo que puede hacer, como el tema de aranceles o compromisos de recursos, que tiene que ser decisión del Congreso», afirmó.
Roger Noriega, quien fue jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina en el gobierno de George W. Bush, advirtió que Latinoamérica es el «mercado económico natural» de EE.UU., que además precisa de la cooperación regional para protegerse.
«No creo que (Trump) entienda eso», señaló a BBC Mundo antes del triunfo del republicano.
El triunfo electoral de Trump ocurre en medio de cambios políticos en el hemisferio, tras la llegada de gobiernos más abiertos a Washington en Brasil y Argentina, o la normalización de las relaciones de EE.UU. con Cuba impulsada por el gobierno de Barack Obama.
Todo esto parecía la antesala para una relación norte-sur más fluida en las Américas, lo que ahora queda en duda con el triunfo de Trump.
Roger Noriega, actualmente en el centro de análisis conservador American Enterprise Institute, cree que a Trump incluso no se lo puede comparar con Bush, cuyo gobierno quedó en las antípodas de la ola izquierdista que surgía en Sudamérica la década pasada.
«Hubo circunstancias en que aconsejé al presidente Bush y él ni estaba de acuerdo, pero seguía mi consejo porque se daba cuenta de que me contrató para hacer el trabajo», relata.
«No veo que Trump esté dispuesto a hacer eso, y esto puede causar problemas serios», advierte. «Un conjunto equivocado de palabras del presidente de EE.UU. puede complicar las cosas por años entre dos países».
Trump sostuvo durante su campaña que «por toda Latinoamérica la gente está viviendo en opresión» y acusó Obama y a su rival electoral Hillary Clinton de abandonar a los «amigos» de EE.UU. en la región.
También indicó que podría acabar con las medidas para normalizar relaciones con Cuba y habló de solidarizarse con el pueblo de Venezuela, «que ama la libertad».
Arturo Valenzuela, que fue jefe de la diplomacia de EE.UU. para América Latina cuando Clinton era secretaria de Estado, sostuvo antes de la elección que con Trump en la Casa Blanca «va a ser muy difícil establecer una relación de confianza» con la región.
Y Shifter coincidió: «Va a haber muchísimas más dificultades para cooperar en cualquier tema».
Con información de BBC Mundo