La ministra de Salud Pública de Ecuador, Margarita Guevara, animó ayer, 28 de septiembre, a la región panamericana a implantar un etiquetado alimentario.
PUBLICIDAD
Esto, con el fin de que alerte del consumo de grasa, azúcar y sal como el de su país pese a la presión de la industria.
Ha sido una lucha permanente, pero ahora, cuando la industria quiere bajarnos del etiquetado, hay un movimiento regional con el apoyo técnico de la OPS, dijo la ministra tras su conferencia en la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Washington.
Ecuador puso en marcha en 2012 e implantó en 2014 un sistema de etiquetado de alimentos.
Po ello, todos los productos empaquetados deben incorporar un semáforo en el que se indique si su contenido en azúcar, grasa y sal es alto (rojo), medio (amarillo) o bajo (verde).
Este sistema topó con la resistencia de la industria alimentaria. El sector empresarial argumentó que les causaría pérdidas, que provocaría la destrucción de empleos y que, además, no era claro.
Entre 2012 y 2014 hubo todo un proceso de diálogos, de tratados, de acuerdos, de ‘lobbies’ (grupos de presión), de conquistas y desafíos, relató Guevara.
A finales de 2015, Ecuador obtuvo «los primeros resultados cualitativos» que mostraban un cambio en la percepción de los ciudadanos sobre los alimentos procesados.
PUBLICIDAD
Nuevo objetivo
La siguiente meta de Ecuador es incluir en el «semáforo de alimentos» los azúcares añadidos. Con ello, para las empresas no podrán anunciar sus bebidas gaseosas azucaradas con los tres elementos en verde.
«Nuestra siguiente tarea es poner también los azúcares añadidos en el semáforo, porque sabemos que todos los azúcares producen daño en cantidades excesivas», señaló Guevara.
En la región
Chile fue otro de los países que expuso sus experiencias en la mesa redonda sobre etiquetado.
Otro de los países con medidas de etiquetado en este sentido es Bolivia. El director general de Seguros de Salud, Dante Ergueta, recordó que esas iniciativas responden a la necesidad de frenar una epidemia de obesidad en la región, a la que los niños son especialmente vulnerables.