La decisión la tomó la cantante luego de que por un fuerte resfriado tuvo que cancelar un concierto en Phoenix, Arizona (Estados Unidos).
La medida consiste en que todos los empleados de Adele, que hagan parte del equipo de su gira, deberán ser revisados una vez a la semana por un médico que contrató la cantante, según The Sun.
Luego, ese doctor entrega una tarjeta o placa a los empleados que no hayan tenido ninguna enfermedad durante esa semana, y solo ellos, los que porten el distintivo, podrán acercarse a la cantante, hablar con ella o simplemente saludarla; los demás deberán entrar en cuarentena para que no contagien de algún virus a la artista, según el diario.