En medio de los bombardeos y las graves consecuencias de un país en guerra, los niños de Siria pueden tener una pequeña alegría al recibir un juguete, gracias a Rami Adham, quien arriesga su vida para entregarlos.
Su historia trascendió a las redes sociales, donde ya se le conoce como «Syrian Claus», en referencia a «Santa Claus», O como «El contrabandista de juguetes».
Originario de Finlandia, Rami Adham es un trabajador voluntario que lleva medicinas y comida al país que está en guerra desde 2011. Nunca tuvo planeado llevar osos de peluche y muñecas hasta que su hija de tres años insistió en donarle sus juguetes a los niños sirios.
Fue así como Adhma prometió llevarlos a Siria, con lo que comenzó la tradición de repartirlos entre los niños que sufren las consecuencias de la guerra. En los últimos cuatro años ha entregado miles de muñecas, juguetes y ositos de peluche.
«La primera vez, fuimos a un campo de refugiados cerca de la frontera y llevamos comida, pero cuando comenzamos a llevar los juguetes, se creó un lazo especial. Los niños venían de todos lados. Me di cuenta que ellos no pensaban en la comida, simplemente querían jugar», explicó el voluntario al periódico británico «The Telegraph».
Ahora, cada que ocasión que visita Siria, Rami Adham carga aproximadamente 80 kilos de juguetes en la espalda, los cuales lleva a la frontera entre Siria y Turquía, a pesar de todos los peligros que corre.
«Los juguetes hacen que los niños sientan que le importan a alguien», comentó uno de los maestros de los campos de refugiados, identificado como «Bassam». Su hijo de cinco años recibió un Buzz Lightyear «y lo recuerda más que cualquier cosa de la escuela«, dijo al mismo periódico.
No trabaja solo
Rami Adham es el fundador de la iniciativa «Suomi Syyria», una organización de caridad que ofrece ayuda y asistencia a quienes aún están atrapados en el país. Pueden conocer más de ellos a través de sus cuentas de redes sociales.
En Siria, más del 80% de los niños han sido afectados por la guerra que azota al país, dejándolos en la pobreza, acabando con sus oportunidades de estudiar y condenándolos a ser víctimas de la violencia, de acuerdo a cifras de UNICEF.
