Más allá de una cuestión de etiqueta, saber combinar la la comida y la bebida que nos servimos es clave para que los comensales disfruten de todos los sabores, logrando que cada ingrediente se complemente y ninguno pierda protagonismo.
El maridaje tiene unas recomendaciones importantes, para que la experiencia sensorial sea más profunda. Por ejemplo, los aperitivos y entradas se acompañan mejor con un vino espumante, ya que su grado de alcohol no es muy alto y combinan perfectamente con una amplia variedad de alimentos, como canapés, frutos secos, aceitunas, jamón serrano al corte, tacos de queso o salmón ahumado. Si los aperitivos son salados, vendría bien una bebida dulce. En el caso de ensaladas, es preferible un vino blanco.
Para la carne, se debe diferenciar entre las rojas, blancas y delicadas. Las primeras, suelen degustarse a la parrilla y preparadas en salsa, generalmente con vino tinto. En cuanto a las carnes blancas, como conejo, pollo o cerdo, podría servirse con una bebida ligera; así como el pescado y los mariscos, que suelen venir acompañados con salsas.
El postre también puede combinarse con una bebida, todo depende si este bocado es salado o dulce.
Más allá de los sentidos
Los sabores no son los únicos que pueden combinarse. La luz del entorno, música y amigos lograrán un momento perfecto, añade Alexa Altgelt, organizadora del Wine and Beer Fest, evento en el que podrá conocer más sobre el arte del maridaje y cómo convertirse en un experto al momento de combinar sabores.
El evento se realizará este 7 y 8 de junio, en la Quinta Lumbisí, el cual contará con varios expertos sobre el tema.