En el amor no existen reglas fijas, ni fórmulas secretas. Los contratos tradicionales encuentran nuevos formatos.
En ese contexto, cada día más se afianzan las parejas que deciden estar juntas: se aman, se respetan pero no pasan el umbral de la convivencia. Es más, creen que convivir es el fin de todo.
La tendencia llegó y se instaló en la Argentina, sobre todos entre millenialls -los de 30-35 y nacidos a finales de los ´90 – bajo el espíritu de que ni la convivencia, ni la rutina apagarán «la llama».
A este tipo de parejas se las conoce hoy como «LAT»(Living Apart Together, según su sigla en inglés). Son individuos que eligen compartir su vida con otra persona pero que no están dispuestos a vivir bajo un mismo techo.
Infobae dialogó con la escritora y psicóloga Celia Antonini para comprender qué lleva a las personas a elegir este estilo de vida:
Cuando se le consultó a la profesional sobre qué pasa cuando viven juntos y después deciden convertirse en LAT , Antonini distinguió con firmeza: » la pareja que ya viene desgastada, se le hará muy difícil seguir con el amor si ya vienen mal. No creo que sea posible.
En cambio, si una pareja no convive desde un principio, no ejerce tanto trabajo de pareja y las reglas ya están dispuestas, aprovecharán el tiempo con más disfrute».
Algunos de los aspectos positivos del nuevo modelo de pareja es la manera en la que ésta favorece al romanticismo, en donde la confianza y la practicidad predominarán en la relación.
Sin dudas, la convivencia suele ser un punto frágil y hasta de inflexión para cualquier pareja. Según el libro Juntos pero no atados, la atención se debe tener en el día a día, lo esencial es preservar un espacio de creatividad, de sorpresa y misterio en una relación, es crucial. De no lograrlo, es muy probable que la rutina ya haya afectado la relación.
Otro de los puntos que resalta el libro de los autores Jaume Soler y Mercé Conangla, es acerca del papel de la rutina. Mercé y Conangla afirman que la convivencia acaba matando la relación, si no se utilizan los recursos para que siga existiendo la «chispa» que los unió.
Infobae consultó al psicólogo Gervasio Díaz Castelli. El coincide con Antonini a la hora de comprender las razones por las que las parejas deciden no convivir.
Además, Díaz Castelli se refirió a cómo sería la dinámica de una pareja que convive en casas diversas. «Puede traer aparejadas cuestiones que incrementen ciertos aspectos de celos en algunos casos, ya que no todo el mundo esta preparado para esa modalidad.
Se generan situaciones que tienen que ver con la posesión». Y agregó: «Una pareja en casas separadas es querer todo; muestra cierta imposibilidad».
En el libro Juntos pero no atados, se distinguen tres aspectos de la convivencia que pueden influir en la decisión de la pareja: la rutina de lo no conocido, el deterioro provocado por la contaminación del clima de la convivencia y las pérdidas unidas a un sufrimiento intenso. Estos tres factores son los que, según el libro, inciden de manera directa para que la persona opte por no querer vivir bajo un mismo techo con su pareja.
Se podría decir que las parejas LAT están compuestas por personas que se aman pero que intentan cumplir primero sus objetivos personales, y que ven a la pareja como un complemento y no como un elemento esencial en su vida, aunque sin duda les interesa preservar la relación por el tiempo de calidad que pasan juntos.