Los enfermos de asma y rinitis sufren más accidentes de tráfico y la siniestralidad es mayor en función de la gravedad de la patología, según un estudio que se presentará en en el 50 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), que se celebrará en Madrid.
Según adelantó este 24 de abril la SEPAR, que tiene su sede en Barcelona (España), para hacer el estudio entrevistaron a 609 conductores habituales, de los que 185 eran pacientes con rinitis o asma del Hospital de Jerez (Cádiz, sur).
Los pacientes asmáticos se clasificaron por su gravedad y grado de control y el grupo de control lo formaban 424 pacientes sin patologías.
El estudio recuerda que en un paciente rinítico cada estornudo equivale a 2-3 segundos, y que en una sucesión de estos un coche a 110 km/h de velocidad recorre 600 metros casi sin control por parte del conductor, por lo que concluye que para las personas que sufren procesos asmáticos o alérgicos, la conducción puede ser peligrosa.
Además, siete de cada 10 personas alérgicas desconocen que el consumo de antihistamínicos puede afectar a la conducción.
El estudio revela también que más de la mitad de los accidentes de tráfico en pacientes asmáticos se concentran en primavera y otoño.
El coordinador del estudio, el doctor José Gregorio Soto, neumólogo y miembro del Área de Asma de SEPAR, lamentó que las enfermedades crónicas inflamatorias de las vías respiratorias no se tengan en cuenta habitualmente como interferencia en las habilidades para conducir vehículos.
«Hay que recordar que la incidencia de alergias en nuestro entorno es cada vez mayor, en determinados momentos estacionales y predominantemente en conductores jóvenes», señaló Soto.
«Estos problemas pueden hacer la conducción molesta e incluso peligrosa si no están controlados. Creemos que es necesario educar al conductor asmático o rinítico en la repercusión de estos problemas de salud en la conducción», indicó el neumólogo.
Soto explicó que el estudio revela que la población de asmáticos presentó una mayor prevalencia de accidentes de tráfico que el grupo de control, un 41,6% frente a un 33,8%.
«Esta siniestralidad es mayor en función de la gravedad de la patología. También se hallaron diferencias significativas en el momento en que se produjeron los accidentes, siendo en primavera y otoño donde se concentraron más de la mitad de los accidentes en el grupo de los pacientes asmáticos», resumió.
En ambas estaciones el grupo con patologías respiratorias sufrió más siniestros que el grupo de control, un 28,8 % frente a un 24,8 % en primavera y un 27,4 % frente a un 11 % en otoño.
La mayoría de pacientes señalaron que su enfermedad interfería con la conducción de vehículos y hasta un 77,7 % relacionaron su patología con los accidentes de tráfico.
El 47,2 % de pacientes riníticos refirieron accidentes previos frente al 33 % de aquellos que no tenían esta afección.
Dentro del grupo de asmáticos, aquellos que presentaban rinitis concomitante (67,6 %) también tenían un mayor historial de accidentes de tráfico que los asmáticos sin rinitis, un 47,2 % ante un 31,7 %.
El estudio apunta a las reacciones alérgicas durante la conducción y el uso de determinados antihistamínicos, que tienen efecto sedante, como principales causas del siniestro.
Según Soto, hay especialistas que consideran que el riesgo de sufrir un accidente de tráfico por parte de un alérgico tratado con estos fármacos es similar al de una persona con un nivel de alcoholemia en sangre de 0,5 gramos por litro, es decir un positivo.
EFE