El sobrepeso y la obesidad son dos problemas relacionados con el excesivo consumo de nutrientes, que en Europa se ha vuelto más común a medida que se han ido incrementando hasta cierto nivel los ingresos per cápita, señaló este 14 de marzo la FAO.
Un nuevo informe de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) sobre la seguridad alimentaria en Europa y Asia central muestra que los datos de sobrepeso y obesidad están «estrechamente vinculados» a los ingresos personales.
La proporción de personas que ingieren más de lo que necesitan tiende a crecer al tiempo que lo hacen sus ingresos per cápita hasta situarse entre 30.000 y 40.000 dólares anuales (entre 28.200 y 37.600 euros), nivel a partir del cual cambia la tendencia.
Alrededor del 57 % de la población en Europa y Asia central vive en países donde el principal problema nutricional es la sobrenutrición, entre ellos España, el Reino Unido, Turquía, Portugal, Rusia, Malta, Polonia, Alemania o Hungría.
«Estos países tienen en común que, con el aumento de los ingresos, la composición de las dietas está cambiando con un menor consumo de cereales y productos básicos, y se mueve hacia más otros productos», detalla a Efe la experta de la FAO Ariella Glinni.
En concreto, se observa una mayor proporción de calorías procedentes de edulcorantes, aceites vegetales y productos animales.
La economía creció un 50 % entre 1992 y 2015 en los 28 países de la Unión Europea y en la Comunidad de Estados Independientes (formada por repúblicas exsoviéticas), y hasta un 100 % en otros como Turquía o los de Europa Central, según el informe.
Con tal crecimiento el acceso a los alimentos ha dejado de ser un obstáculo, aseguró Glinni, que ve cómo han surgido otras preocupaciones como el mayor consumo de productos con alto contenido en azúcares y sal, asociados a enfermedades.
La desnutrición ha sido en gran parte superada durante ese periodo, salvo en varios países del Cáucaso y Asia Central que representan el 7 % de la población de la región, y el 13 % de las personas viven en lugares donde predominan a la vez la desnutrición, la sobrenutrición y las carencias de micronutrientes como el hierro, la vitamina A o el zinc.
El 23 % restante habita en países donde los problemas nutricionales preocupan menos como, por ejemplo, Francia, Holanda, Grecia, Italia, Austria, Suecia o Noruega, de acuerdo al estudio.
«Algunos de estos países han empleado enfoques para aumentar la educación y la concienciación de los consumidores, incluyendo medidas relacionadas con el etiquetado o los niveles recomendados de sal o azúcar» para desincentivar ciertos productos, apuntó la especialista de la FAO.
Glinni destacó la importancia de que esas políticas se apliquen de forma «combinada» y «no aislada» como con los impuestos a los productos ricos en grasas saturadas, azúcares y sal.
Medidas fiscales para cambiar el precio relativo de los alimentos en función de su carácter saludable se han introducido en Dinamarca, Hungría, Finlandia y Francia, mientras otros países se lo están planteando.
Según el informe, aunque su impacto económico puede perjudicar a las personas pobres, a la larga los beneficios para su salud son mayores ya que los grupos de bajos ingresos reaccionan más a los cambios de precio y parten de niveles de consumo de peor calidad.
La FAO también recomienda mejorar el etiquetado de los alimentos, aumentar el control para garantizar su buen estado, reformular el valor nutricional de los productos precocinados más usados e informar a la población sobre cómo llevar una dieta saludable y equilibrada. EFE