No, no, otra vez no, por favor, no. Otro reto viral de esos que dividen a medio Internet. De esos que terminan amistades y donde la ilusión óptica juega malas pasadas. O por lo menos muestra visiones diferentes. Y en eso, se la pasan internautas que pueden llorar por los niños sirios y el hambre mundial, pero que centran sus cosas en… esto.
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¿Se acuerdan del vestido blanco/dorado negro/azul? Supondremos que recuerdan toda la estupidez colectiva que generó. Hasta Internet se dividió en equipos. Hubo parodias. Hubo peleas. Hubo hasta teorías.
Y todo, para saber que en realidad sí era negro con azul. Que era de una marca británica que lo vendió en menos de nada en Internet. Y que los que lo vieron blanco con dorado no eran daltónicos. Es que la luz hacía que su cererbro procesara de distinta manera la información.
Pero…
Bienvenidos a su versión 2016
Quien compró este bolso no sabía (¿o sí?) lo que hacía. Solo que ahora no sabe si el bolso es blanco o azul. La que lo compró insiste e insiste que es azul, pero todo el mundo le dice que el bolso es blanco. Y así se formó un nuevo hashtag: #MyBag. Y ya comenzaron las peleas y respuestas.
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https://twitter.com/whyofcorso/status/783380638757974020?ref_src=twsrc%5Etfw
¿Por qué cada quien ve lo que quiere ver?
La respuesta reside, desde luego, en nuestro cerebro; pero específicamente en nuestra forma de percibir la información que tenemos delante: el cerebro analiza por separado la información transmitida por la retina.
Nuestros ojos reciben cierta información que viaja, a través de distintos nervios, hasta la corteza visual primaria.
Una vez ahí, se divide y es enviada a la corteza visual secundaria… sin embargo, entre tanto movimiento, la información que acabamos por recibir y entender puede contener errores, mismos que son tratados de solucionar -sin éxito- por el cerebro.
Es ahí donde viven las ilusiones ópticas.