El mercado San Roque, ubicado en el Centro Histórico de Quito (Ecuador), es uno de los lugares más inseguros de la capital. Es un hecho reconocido por todos. Sin ir muy lejos, hace dos semanas (el sábado 30 de abril) se realizó un operativo con 200 policías nacionales donde inacautaron 20 celulares de alta gama en una de las puertas del mercado, tal como lo reportó el Comercio en su sitio web.
A pesar de este escenario quise reseñar un día en dicho
con mi celular, pues frecuento el sitio para hacer las compras y creo no todo el mundo en mi entorno lo hace, menos mis paisanos venezolanos.
Todo empezó gracias a la complicidad de mis tres compañeras de departamento. “Quiero grabar todo lo que pasa en San Roque”, les dije y ahí ideamos un plan: “Yo grabo, me alterno el celular con otra y las 2 restantes estarán pendiente de nuestras espaldas”, les pedí.
Una vez listas, empredimos nuestro camino. De manera natural inicié la transmisión por ‘Snapchat’, desde el bus que sale de mi casa y nos deja justo en la parada “San Roque”.
En San Roque
Ya en el mercado se puso en práctica el plan, la presencia de tres policías nacionales nos hizo tener cierta sensación de seguridad, sin embargo, la adrenalina aumentaba. De repente nos toma por sorpresa una leve lluvia que avecinaba un día diferente en el mercado. Hace siete meses que vamos y era la primera vez que el agua nos cogía.
A nuestro alrededor se notaba la sorpresa de los comerciantes, asumo que no es común ver cuatro chicas con el teléfono expuesto a los ojos de todos.
Una celebración del día de las madres nos recibió dentro del mercado como tal. “Material perfecto para mi publicaición”, pensé. Cautelosas, nos acercamos al grupo de mercaderes que festejaban con música tradicional y cervezas. De un minuto a otro tres nos unimos a la “farra”, mientras otra grababa y varios comerciantes gritaban “fotos pal´Facebook”.
Entre risas y agradecimientos nos retiramos del festejo y continuamos el recorrido. Cabezas de hornados y pescados eran ahora los protagonistas de nuestro lente curioso, que captaba las reacciones de todo el entorno. La lluvia ya cesaba y nuestro cometido estaba practicamente listo.
En conclusión puedo afirmar que corrí con suerte el día que decidí sacar mi celular en San Roque. Me lleve sonrisas, productos frescos y la reflexión de que esto no se hace todos los días.
Aquí el resultado:
