Cultura

Guarichas: La rebeldía femenina hecha arte

El poder de la mujer, su sensibilidad, ideales y creencias se entrelazan en fotografías intervenidas, esculturas y acuarelas en una exposición en la que se presenta a la mujer que sale de los estereotipos: rebelde, con fuerza y segura.

Manos cubriendo caras por completo, el dibujo de una mujer en grito con los brazos abiertos; otra también en blanco y negro, pero abrazando un corazón rojo y con la boca tapada, son algunas de las piezas que conforman la exposición «Guarichas, pasado y presente», de la artista ecuatoriana Sabina Paredes.

Y aunque habla del poder de las féminas y de su importancia en la sociedad, ella misma aparece en la promoción de su exposición con la boca tapada. ¿Por qué?…

«Porque soy una más, intento evidenciar que sin identificación seguimos siendo mujeres con capacidad de amar, cohesionar a sus familias, con capacidad creadora, de renovar estructuras, de interpelar», dice quien piensa en un mundo de igualdad.

Cuenta que «guarichas» es un término de la etnia caribe cumanagoto, usado en Colombia, Ecuador y Venezuela, y que a lo largo del tiempo ha adoptado muchas denominaciones: mujer sabia, guerrera, indígena, proveedora, machona, indomable, diabla, fácil, bruja, valiente…

De ese abanico, Paredes se aferró a su génesis: «mujer rebelde, con fuerza y segura», dice.

En 31 fotografías intervenidas, quince acuarelas, igual número de esculturas y un vídeo, aparecen mujeres según sus sentimientos y raza, también la simbolización de la fémina en la maternidad, en la feminidad, en lo que cree, en sus ideales.

«La mujer es todo», asegura sin tapujos Paredes al puntualizar que pese a ello, en la contemporaneidad, las féminas siguen luchando, cargadas de sensibilidad, contra el rol de género «impuesto por el poder y el machismo».

La muestra, que se inaugura el 14 de julio en el Museo Camilo Egas, en Quito, donde permanecerá hasta el próximo 15 de agosto, pone el acento en la capacidad creadora de las mujeres para renovar estructuras, para interpelar.

Y ello se contempla en algunas de las fotografías a 31 mujeres, de entre seis y noventa años, captadas por el ecuatoriano Christoph Hirtz, en las que Paredes superpuso textos de las protagonistas.

Para esta exposición tuvo que resumir textos -algunos de hasta diez páginas- entregados por las fotografiadas para la exposición que «unió a mujeres de toda índole, que supieron representar en su momento su fuerza», anota.

«Una es una y muchas, te reiventas cada minuto, cada segundo del día, de la vida», reza en una de las instantáneas en la que aparece Dolores Ochoa, una fotógrafa ecuatoriana captada por Hirtz.

Y agrega: «Vives varias vidas, en varios mundos, te levantas princesa unas veces o bruja malvada, pero en medio de eso eres mujer, tu sola, tu viva, tu sol, tu luna, eres tu la que se hace en el camino, la que deshace en el mismo camino, me encanta vivir y dejar de vivir tejer y destejer».

«Guarichas», la segunda exposición individual de Paredes, quien ha participado en varias muestras colectivas en Quito, ofrece también esculturas en cerámica que reflejan mujeres indígenas de rasgos marcados y largas cabelleras atadas en trenzas.

Rodeada de flores, con túnica blanca, vestido azul, expresión de paz y alegría en el rostro, con brazos extendidos al suelo y con las manos estiradas, la escultura de una «virgen sincrética», expresa en 45 por 35 centímetros la «esencia del pensamiento cristiano fusionado con el pensamiento femenino latinoamericano».

La ternura estalla en colores en una acuarela en la que aparece una mujer cobijando, en un abrazo protector, a una pequeña que aparece con los ojos cerrados, segura.

Con igual gesto en los ojos pero con la boca tapada, la adulta de la pintura luce también una corona de espinas parecida a la de Jesús, aunque una cercana y detenida mirada convierte esa primera impresión en diminutas flores multicolores.

«Guarichas», que para su curador, Mario García, es un ejercicio histórico-poético fundamentado en la situación de la mujer andina y mestiza, presenta también un altar gigante como una acción simbólica que contempla un acercamiento a las diferentes creencias de las mujeres… una ofrenda, como toda la exposición. EFE

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