Hoy, en algunas ciudades como Quito, Guayaquil o Cuenca se ‘celebra’ Halloween. Para eso, algunos prefieren disfrazarse. ¿Por qué? En Estados Unidos, por ejemplo, la tradición vas más allá: tiene sus orígenes en ritos celtas motivados por el miedo a la oscuridad y a los espíritus.
En la Noche de Brujas se creía que volvían los fantasmas. Las personas temían andar por la calle cuando caía el sol, porque pensaban que se encontrarían con algún espíritu. Entonces, para no ser reconocidos por ellos, usaban máscaras cuando salían de sus casas.
En la segunda mitad del siglo XIX, con la llegada de los nuevos inmigrantes a Estados Unidos, Halloween se generalizó en todo el país y los vecinos comenzaron a ir disfrazados casa por casa.
Esa tradición se mantiene y tiene como objetivo pedir comida o dinero, lo que conocemos como “trick or treat” o ‘truco o trato’.
Hadas y superhéroes: los favoritos de los chicos
Bruno Bettelheim, psiquiatra infantil y autor de “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, enfatizó la influencia de las hadas y los superhéroes en la educación de los niños. Según él, ejercen una función liberadora y formativa para la mentalidad infantil.
Al identificarse con los personajes de los cuentos, los niños comienzan a experimentar sentimientos de valentía, justicia, fidelidad, compromiso, amor o amistad, no como lecciones impuestas, sino como parte de la aventura de vivir.
