Muchos se han preguntado para qué sirve el ombligo. Incluso, muchas personas han involucrado a los ombligos con historias y teorías sobrenaturales y extraterrestres, pero ¿cuál es la verdad?
Lo verdad es que después que nacemos el ombligo no sirve para nada. Es decir, no está presente en nuestro cuerpo para cumplir una determinada función vital ni está relacionado a nada que pueda afectar o proteger nuestro cuerpo y nuestro organismo.
De todas maneras, sí se han ido construyendo social y culturalmente, a lo largo de la historia. Durante mucho tiempo mostrar el ombligo fue considerado un tabú, mientras que en la actualidad el ombligo tiene un propósito puramente estético, como lo demuestra el hecho de que sean muy comunes prendas de ropa femenina que dejan el ombligo al descubierto, o que incluso sea muy frecuente que el ombligo se adorne con pircings.
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Por otra parte, generalmente el ombligo se asocia con conceptos como algo central y primordial, como lo demuestran las frases «el ombligo del mundo» o «mirarse su propio ombligo».
Sin embargo, antes de nacer el ombligo juega un papel vital, es el cordón umbilical. Mientras el bebé se desarrolla en la panza de la madre, el feto está flotando en un fluído líquido que lo rodea y lo protege. Inmerso allí, el bebé no puede respirar o alimentarse por sí mismo, por lo que posee un tubo flexible unido a la zona del abdomen que le aporta oxígeno y los nutrientes esenciales y es el principal lazo que lo une con la madre.
Dado que el ombligo es una cicatriz y básicamente se define por el modo en que se corta el cordón umbilical o las circunstancias puntuales de ese momento (pueden quedar restos de tejido de la cicatriz) y no por la genética, el ombligo puede tener diferentes formas y tamaños.
La distinción más habitual se establece entre los ombligos que son hacia adentro y los que son hacia afuera. El 90% de las personas tienen el ombligo hacia adentro.
En la galería podrás ver los ombligos de famosas.
Fuente: Batanga