"No soy una heroína", asegura Gillian Assor seis meses después de haber prevenido que un joven de 23 años se tirase a las vías del tren desde un puente de una localidad cerca de Londres.
"Solo pasaba por ahí", dice quitándose mérito.
Pero en mayo, mientras esta británica paseaba a su perro, hizo algo heroico.
"Al principio no sabía qué era", le dice a la BBC, relatando su vuelta a casa aquel día."Pero a medida que nos acercábamos, me di cuenta de que era una persona. Estaban llorando y gritando de forma histérica, hacía ruidos".
Un plan
Temía que el hombre pudiera ser agresivo, ya fuera verbal o físicamente, pero también supo que no podía ignorarlo y seguir caminando como si no hubiera visto nada.
"Tenía que tener un plan", recuerda. Lentamente, con su perro, se acercó y le preguntó al hombre "si estaba bien".
"No, no lo estoy", le respondió éste.
"Se veía que no estaba bien. Estaba enojado pero lloraba al mismo tiempo".
Fue entonces cuando Assor decidió ser valiente y acercarse más.
Logró convencerlo de que se sentara con ella en el pavimento: ella, el perro y el joven.
La experiencia de la ansiedad que había sufrido su hija le había enseñado lo que debía hacer. Empezó por preguntas básicas, para devolverlo un poco a la realidad y hacerlo conectar con el presente, alejándole de sus pensamientos.
Así supo que se llamaba Tommy y que tenía 23 años.
Después de "10 o 15 minutos", Tommy comenzó a calmarse pero apenas hablaba con monosílabos.