La muerte que se adorna con flores de colores, patrones decorativos y vestidos elaborados es una imagen tan entrelazada al Día de Muertos que muchos no conciben ya al festejo del 1 y 2 de noviembre sin el personaje de la calavera sonriente: La Catrina.
Tan omnipresente ha sido esta dama de la muerte en México que ha pasado a convertirse en un ícono de la cultura del país.
Y es que aunque la celebración del día de difuntos no es única de México, sí lo es el personaje casi mítico de La Catrina, inmortal en su traje victoriano, sombrero de ala con flores y expresión burlona.
Pero, ¿de dónde viene este personaje?
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Con una mezcla de reminiscencias de la herencia hispánica y elementos precoloniales, La Catrina tiene una connotación crítica que trasciende al Día de Muertos.
Al menos esta fue la intención del caricaturista mexicano José Guadalupe Posada cuando concibió a principios del siglo XX al personaje de "La Calavera Garbancera" como burla a los vendedores de garbanzo, nuevos ricos que adoptaban un estilo de vida europeo y negaban sus raíces indígenas.
En su crítica, Posada caricaturizó a una calavera sonriente, ataviada con un sombrero de ala ancha adornado con flores y plumas.
"La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera", escribió Posada, quien trabajó para los periódicos de la época y usó a sus famosas calaveritas para burlarse de la clase política y las pretensiones sociales en una gran colección de caricaturas críticas.
Décadas después, el muralista Diego Rivera rebautizó a la "Calavera Garbancera" como "La Catrina" y tomó la caricatura de Posada para transformarla en la imagen mexicana por excelencia de la muerte que hoy se conoce en su obra "Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central".
Cabe señalar que la palabra "catrín" se usaba para describir a un hombre vestido de manera elegante.
En el mural creado entre 1946 y 1947, se ubica a la ahora Catrina al centro, rodeada de diversos personajes de la historia de México. Y tomando de la mano al muralista, aparece por primera vez en cuerpo completo vistiendo la indumentaria victoriana que hasta la fecha la caracteriza.