El dolor en la zona lumbar de Cecília Coimbra volvió algunos meses atrás, casi cinco décadas después de las sesiones de tortura que padeció cuando tenía 29 años.
Los exámenes médicos indicaron artrosis. Pero aquel dolor que irradiaba hasta sus piernas evocó en ella los choques eléctricos que recibía tras ser detenida por el régimen militar brasileño en 1970.
"Fue una cosa horrible, porque viví nuevamente la tortura", dice entre lágrimas Coimbra, una psicóloga que hoy tiene 77 años, a BBC Mundo en su hogar de Río de Janeiro.
Hay algo que la aflige aún más: la firme posibilidad de que Jair Bolsonaro —un exmilitar ultraderechista, nostálgico del régimen de facto y que reivindica a un reconocido torturador— gane el balotaje el domingo y sea el nuevo presidente de Brasil.
"Nunca pensé que pudiese vivir lo que estoy viviendo", señala Coimbra, que en los años ’80 fue fundadora del grupo Tortura Nunca Más para procesar a responsables de abusos a los derechos humanos.
"Huelen a fascismo"
Las últimas encuestas proyectan que Bolsonaro tendría cerca de 57% de los votos válidos y más de 10 puntos de ventaja sobre de su rival Fernando Haddad, del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
El candidato de extrema derecha se mantiene como favorito pese a las continuas polémicas que ha protagonizado antes y después de ganar la primera vuelta el 7 de octubre con 46% de los apoyos.
El domingo insinuó a un grupo de seguidores en São Paulo que como presidente perseguiría opositores, enviaría a prisión a Haddad, tendría unas Fuerzas Armadas "altivas" y daría el pésame a la "prensa vendida".
Una semana antes, dijo que quiere "un Brasil semejante a aquel que teníamos hace 40, 50 años atrás". El país estuvo bajo régimen militar entre 1964 y 1985.
Además, en los últimos días se divulgó un video donde el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del candidato, habla de "cerrar" el Supremo Tribunal Federal, la máxima corte de justicia de Brasil.
Estos comentarios han generado rechazos más allá del campo de la izquierda, incluso de figuras que se mantenían neutras en el balotaje.
El expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso tuiteó que la amenaza de prisión o exilio para opositores "recuerda otros tiempos" y que las declaraciones de Bolsonaro hijo "cruzaron la línea, huelen a fascismo".
La excandidata presidencial Marina Silva, que tuvo 1% de los votos en la primera vuelta, declaró esta semana su respaldo a Haddad, porque "no predica la extinción de los derechos" ni la "represión".
Otro excandidato presidencial, Ciro Gomes, que salió tercero con 12% de los votos, había anunciado antes su apoyo a Haddad y contra el "fascismo", aunque luego viajó a Europa y se distanció de la campaña.
Los últimos movimientos encendieron una esperanza en la campaña de Haddad de conseguir acortar la ventaja que lleva Bolsonaro.