Cuando tenía 7 años, el argentino Ismael Suleiman, hoy de 49, aprovechó un momento de distracción de sus secuestradores, saltó el muro y caminó hasta la carretera en la ciudad de San Miguel de Tucumán, en el noroeste de Argentina.
Él sabía que su tío trabajaba allí, en una empresa de venta de pasajes.
Ismael y su hermano menor, de 4 meses, habían sido secuestrados por tres hombres que se los llevaron de la casa donde vivían, en el interior de la provincia de Tucumán.
"Recuerdo como si fuera hoy aquel momento horroroso, cuando esos tres hombres nos sacaron de casa a la fuerza y nos pusieron en un auto. Uno de ellos usaba una boina militar. Todo fue rápido", le contó Ismael a la BBC.
El secuestro ocurrió días después de que su madre, una empleada doméstica y activista política, "desapareciera".
Según entidades de derechos humanos, Rosario del Carmen Ramos, que hoy tendría 69 años, sigue desaparecida.
"Todavía sueño con ella", dijo Ismael, emocionado. "Todavía tengo la esperanza de encontrarla y siempre tuve la certeza de que encontraría a mi hermano", dice.
Y hace unos días, los dos hermanos se reencontraron.
"Abrazo postergado"
Todo empezó cuando la asociación de derechos humanos Abuelas de la Plaza de Mayo, creada en 1977 por mujeres para intentar recuperar a los hijos de sus hijos, recibió una denuncia anónima.
En ella se aseguraba que un vendedor ambulante en San Miguel de Tucumán, capital de la provincia de Tucumán, fue criado por personas ligadas al gobierno de facto en Argentina (1976-1983) y que podría ser hijo de desaparecidos políticos.