Los emigrantes venezolanos son cada vez más numerosos. Pero también se enfrentan a cada vez más dificultades.
Nadie sabe a ciencia cierta cuántas personas se han marchado intentando escapar de la crisis que afecta al país sudamericano, pero la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios estima que, al mes de junio, la cifra ya rondaba los 2,3 millones de personas.
Y estos cálculos quedan rápidamente desfasados por un flujo fronterizo que no cesa y que diariamente se cuenta en decenas de miles de nuevos migrantes, lo que ha obligado a que varios gobiernos de la región tomen medidas.
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En julio, por ejemplo, el gobierno de Colombia ya registraba la entrada de unos 50.000 venezolanos al día a través de sus diferentes fronteras.
No todos llegaban para quedarse: muchos cruzaban para abastecerse de bienes difíciles de conseguir en Venezuela, pero otros estaban en tránsito rumbo a otros destinos.
Y estos últimos llegan lejos. Muy lejos.