Cuando el presidente venezolano, Nicolás Maduro, señaló a su par colombiano, Juan Manuel Santos, en el supuesto intento de asesinarlo el sábado, la ya desgastada relación entre sus países entró en una nueva fase imprevisible.
Colombia rechazó la acusación y el propio Santos respondió este lunes a Maduro: "El sábado estaba en cosas más importantes, bautizando a mi nieta".
Pero Caracas insistió en apuntar a su vecino, advirtiendo en un comunicado de la Cancillería que hará "responsable al gobierno de Colombia de cualquier nueva agresión".
Este episodio se suma a una larga cadena de roces recientes entre ambos países, sobre todo en la década pasada durante los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela y Álvaro Uribe en Colombia.
Pero el diferendo surge además en vísperas de que este martes asuma la presidencia colombiana Iván Duque, un aliado de Uribe que ha prometido enfrentar al gobierno de Maduro.
Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, un centro de análisis hemisférico con sede en Washington, sostiene que Duque deberá ensayar un equilibrio difícil para evitar una escalada peligrosa de tensiones con Caracas.
Y advierte que en los últimos tiempos la relación bilateral fue usada con objetivos de política interna y cálculos nacionalistas a ambos lados de la frontera.
"Cuando la retórica se vuelve muy caliente y hay un deterioro de las relaciones, hay posibilidades de estar jugando con fuego. Esto pasó con Uribe y Chávez. Y creo que está pasando ahora con Maduro", dice Shifter en entrevista con BBC Mundo.
Lo que sigue es un resumen de la charla telefónica con este analista desde Bogotá, donde viajó para asistir al cambio de mando presidencial.