Su esposo estaba desempleado y ella embarazada. Bajo esas circunstancias, la estadounidense Kendra Scott sabía que se le tenía que ocurrir algo para generar ingresos.
Mientras esperaba el nacimiento de su primer hijo, comenzó a diseñar joyas en su casa.
Corría el año 2002 y la joven de 28 años tenía apenas US$500 en ahorros para invertir en su nuevo proyecto.
Después del nacimiento de su hijo, Scott decidió que iría a vender sus diseños con el bebé en brazos.
"Cuando tuve mi primera colección, envolví a mi hijo en un cargador de tela y puse mis joyas en una caja de té", cuenta la empresaria, que hoy tiene 44 años.
"Fuimos a tocar las puertas de las boutiques de Austin (Texas). Vendí todo el primer día. A partir de ese momento, tenía un negocio".