La semana pasada se inició en la ciudad francesa de Toulouse un juicio que involucra el atraco a un banco, al movimiento de música punk que hizo furor en Europa en los años 80 y a un hombre que "regresó del mundo de los muertos".
La historia comenzó una noche de noviembre cuando sonó el teléfono en el escritorio de Christian Etelin, uno de los abogados penales más conocidos de Francia.
Etelin estaba sentado contemplando la posibilidad de jubilarse, cuando la llamada lo dejó atónito.
Primero porque quien estaba del otro lado de la línea había sido declarado muerto hacía varios años y, segundo, porque el tema de la conversación giraba en torno a un robo armado que había ocurrido hace 30 años.
La voz en el teléfono era la de Gilles Bertin —el antiguo cantante nihilista punk de la banda llamada Camera Silens, cuyos seguidores eran mayormente jóvenes anarquistas y de extrema izquierda que creían que no había futuro, al menos para ellos.
La banda de Bertin era el equivalente francés al Sid Vicious and the Sex Pistols británico.
A fines de la década de 1980, el grupo y sus seguidores eran indigentes, a pesar de su éxito, y adictos a las drogas. Varios se habían infectado con el virus VIH por compartir jeringas de heroína contaminadas.
Pensaban que no tenían mucho tiempo de vida por delante, y por ello decidieron irse a lo grande, organizando un gran robo armado y gastándose todo el botín antes de morir.
Atraco
Y eso fue exactamente lo que hicieron algunos miembros de la banda: robaron cerca de US$2,3 millones de un depósito de la compañía de seguridad y protección Brinks en Tolouse (una pequeña fortuna en aquella época).
Luego, aparentemente, llamaron al periódico local para hacer alarde de su hazaña.