Suena demasiado bueno para ser cierto: uno trae sus ahorros a Argentina, los cambia a pesos y los invierte en un bono local. Un año después, tiene un 40% más.
Al menos esa es la teoría con la nueva tasa de interés del 40% y contando con que esa plusvalía no se la coman la inflación (la segunda mayor del mundo tras Venezuela) y alguna posible devaluación.
Y es que después de una serie de turbulentos días, Argentina empieza esta semana con el precio oficial del dinero más alto del mundo, seguido de lejos por Surinam (25%), Venezuela (21,7%) y Haití (20%).
El viernes, el Banco Central argentino subió por tercera vez en una semana la tasa de interés con el objetivo de mitigar la devaluación del peso, que perdió 15% de valor en 10 días debido a la fuga de capitales hacia Estados Unidos.
La estrategia del Central parece haber tenido éxito: el lunes, el dólar arrancó estable y las voces que el viernes vaticinaban una nueva crisis económica fueron acalladas.
Al menos por ahora.