"Necesito volver a ver a mi hijo, aunque sea muerto", le dice la señora Murray John a BBC Mundo en conversación telefónica desde su casa de Paramaribo, Surinam.
PUBLICIDAD
Su hijo Joshua, de 22 años, es uno de los 16 pescadores desaparecidos en el mar tras el ataque pirata del pasado viernes que por su crueldad conmocionó al país sudamericano y a la vecina Guyana, de donde procedían muchos de los marineros a los que se busca desde entonces.
La crueldad de los piratas despertó consternación y alarma.
Según el relato de algunos supervivientes que lograron llegar a tierra a nado, los piratas abordaron un grupo de pesqueros en una zona conocida como Double Highbush y comenzaron a golpear a los marineros con varas de madera y acuchillarlos con sus alfanjes.
No tuvieron suficiente con eso y con desvalijarlos, luego los obligaron a saltar por la borda. A algunos les ataron baterías de automóvil al cuerpo para asegurarse de que no salían a flote.
- ¿Por qué hay tanta fascinación con los piratas antiguos si los modernos nos causan horror?
- Así funciona la piratería, el sangriento negocio de US$700 millones que afecta a la navegación mundial
Hasta ahora han aparecido tres pescadores muertos. Continúa la búsqueda de los otros 13, entre ellos el hijo al que espera la señora John.
"Hemos tenido varios ataques de piratas en el pasado", explica a BBC Mundo Mark Lall, presidente de la asociación de pescadores, "pero nunca uno tan brutal".
PUBLICIDAD
"Antes tenían solo cuchillos, ahora tienen armas de fuego y son cada vez más violentos", añade.
Un problema compartido
El problema de la piratería no es nuevo para Surinam y Guyana, y los pescadores están acostumbrados a encontrarse con los saqueadores del mar.
"Solían llevarse los motores. Ahora se llevan también el pescado capturado, la gasolina o cualquier otra cosa que encuentren en el barco y les parezca valiosa", afirma Lall, que reclama más protección a las autoridades.
Tras conocerse la noticia, los pescadores de Surinam, muchos de ellos guyaneses que llevan años viviendo en el país vecino, prefirieron dejar de faenar.
"Ahora los barcos están todos amarrados y ninguno va salir porque la gente está asustada", dice Lall, que colabora estos días en la búsqueda de los desaparecidos y mantiene reuniones con los responsables de seguridad en Surinam para dar garantías al trabajo pesquero.
"La pesca es la única fuente de sustento para mucha gente", recuerda Lall.