Una de las imágenes más comentadas de la reciente visita del presidente francés, Emmanuel Macron, a Estados Unidos fue la de Macron y Trump plantando un árbol en la Casa Blanca.
Fue un regalo que le quiso hacer el francés al mandatario estadounidense: un roble traído de un enclave donde se libró una batalla de la Primera Guerra Mundial en el noreste de Francia en la que murieron soldados estadounidenses.
El árbol será un recordatorio de "los lazos que nos unen", dijo entonces Macron.
Pero el símbolo de su amistad ha durado poco.
Este fin de semana, un fotógrafo de Reuters se percató de que el árbol había desaparecido: cuatro días después de que se pusiera ahí, sólo quedaba una marca amarilla en el césped.