El renombrado físico británico Stephen Hawking murió este miércoles, a los 76 años, en su hogar de la localidad de Cambridge, Reino Unido.
Su muerte no solo fue el final de una carrera científica brillante, sino que marcó otro hito en su notable recorrido: la de un hombre que mantuvo a raya a una enfermedad mortal por más de cinco décadas.
Sobre todo, porque los médicos le habían pronosticado que no viviría más allá de los 25 años.
Y en medio de eso, su silla de ruedas y sus limitaciones físicas no impidieron que Hawking elaborara algunas de las teorías más interesantes de la física moderna.
En 1963, después de notar que partes de su cuerpo se entumecían, los doctores le diagnosticaron Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), una enfermedad motoneuronal degenerativa que paraliza gran parte de las funciones del cuerpo.
Al momento del diagnóstico le dieron solo dos años de vida.