Uno de los principios de la ciencia es que el conocimiento solo es valioso si se comparte, pero ¿cómo divulgar tus ideas cuando no eres capaz de hablar ni de escribir?
Esa fue la compleja situación a la que se enfrentó durante prácticamente toda su vida el reconocido físico y cosmólogo Stephen Hawking, fallecido este miércoles a los 76 años de edad, quien vivía postrado en una silla de ruedas a causa de su esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Una operación de urgencia en 1985 le hizo perder la voz.
Pero un sofisticado sistema informático que Intel creó específicamente para él se la devolvió. O, por lo menos, le otorgó un acento que se volvería tan característico de él como su propia imagen, y le permitió expresar las ideas sobre el universo que pasaban por su mente.
Escribir con la mejilla
"Desde 1997, tengo una computadora instalada en el brazo de mi silla de ruedas", se lee en un artículo que el famoso científico publicó en su página web.
Fue ese año cuando Hawking conoció a Gordon Moore, cofundador de Intel.