El tiroteo en un concierto en Las Vegas en octubre del año pasado fue la primera experiencia de Donald Trump como jefe de Estado que consolaba a los estadounidenses.
Después de que un hombre se atrincheara en el hotel Mandalay Bay y durante unos terribles 10 minutos abriera fuego contra los asistentes al concierto que ocurría abajo, matando a docenas e hiriendo a cientos, el presidente fue a Las Vegas y se reunió con familias, médicos y servicios de emergencia.
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Abandonó la ciudad a bordo del Air Force One ese día sintiendo que el día había ido lo mejor posible, dadas las circunstancias. Pero al regresar a Washington, su humor se oscureció considerablemente.
Y había dos razones para ello.
Su visita a Las Vegas no estaba abriendo los informativos. En segundo lugar, la historia ala que prestaban atención los medios fue lo que lo enfureció.
Se trataba de que el secretario de Estado, Rex Tillerson, se había rehusado negar que había llamado "estúpido" a Trump.
Según reportó la prensa, Tillerson estaba en una reunión en el Pentágono cuando dio esa opinión sobre el comandante en jefe.