Al mediodía del domingo, las puertas de uno de los lugares más sagrados de los cristianos fueron cerradas.
La Basílica del Santo Sepulcro, en el este de Jerusalén, dejó de recibir "hasta nuevo aviso" a los miles de fieles que llegan todos los días procedentes de todo el mundo.
"Nos dijeron que es por una cuestión política. Rompe el corazón que ocurra en un lugar tan santo", dijo a la agencia AFP Aleana Doughty, una visitante que llegó a Tierra Santa con un grupo de fieles de Estados Unidos.
Los cristianos, de diversas religiones, consideran a ese templo un lugar sagrado pues creen que ahí Jesucristo murió, fue sepultado y resucitó.
El cierre del templo, algo que no ocurría en décadas, es parte de una protesta conjunta de la Iglesia Católica Romana, la Iglesia Ortodoxa Griega y la Iglesia Armenia contra las autoridades civiles.
Rechazan dos movimientos legales que afectarían su patrimonio.