Freddie Webster, un británico de 12 años, estaba en la escuela jugando con la nueva moda infantil: unas pequeñas bolas imantadas que se pueden colocar en varias partes del cuerpo para simular piercings.
La tendencia consiste en poner un imán sobre el labio, cachete o lengua, y otro adentro, sosteniéndolo. En otras palabras, es como tener un piercing sin hacer perforaciones.
En aquel martes de la semana pasada, Freddie colocó uno de estos imanes de 3 milímetros de diámetro dentro de su boca y el otro afuera, pero accidentalmente ingirió el primero. Y luego, otro más.
Horas después, volvió a hacer lo mismo con otras dos bolas magnéticas.
El miércoles advirtió del tema a su madre, Sarah Webster, quien pensó que el niño eliminaría los imanes naturalmente.
Sin embargo, Freddie comenzó a tener dolores estomacales cada vez más fuertes. Para el viernes ya estaba hospitalizado y era intervenido quirúrgicamente.