Cuando el doctor Rangan Chatterjee, de Reino Unido, recibió por primera vez a un chico de 16 años que se había autolesionado y había acabado en urgencias, lo primero que pensó fue en darle antidepresivos.
"Pero hablé con él y me pareció que su uso de las redes sociales estaba teniendo un impacto negativo en su salud".
Así que en lugar de medicarlo le propuso una solución simple: debía intentar desengancharse de las redes sociales.
Al principio eliminando su uso una hora antes de acostarse y, con el paso de varias semanas, aumentándolo a dos horas por la mañana y dos horas antes de irse a dormir.
"Después de seis meses dijo que se sentía significativamente mejor y recibí una carta de su madre que decía que estaba más contento en el colegio y más integrado en la comunidad".
Ese y otros casos similares han llevado a Chatterjee a cuestionar el papel que las redes sociales juegan en las vidas de los niños y de los jóvenes. Y no es el único.