Era enorme, torpe y un poco tartamudo, y su peluca floja le daba un aspecto cómico. Sin embargo, era inmensamente atractivo para las mujeres.
Era un médico tan celebre que le ofrecieron el cargo de doctor personal del rey Jorge III (lo rechazó). Sin embargo también era inventor, filósofo natural, abolicionista, luchador por los derechos de la mujer y hasta poeta.
Era Darwin. Sin embargo no era Charles.
Era Erasmo, su abuelo, un personaje notable, que abrió el camino para el trabajo pionero de su famoso descendiente sobre los orígenes y el desarrollo evolutivo de la vida.
Sin embargo, precisamente el brillo de su nieto y el atreverse a hablar de la evolución lo condenaron al olvido.
Lunartico
A fines del siglo XVII, las Tierras Medias (Midlands, en inglés) de Inglaterra albergaban vigorosas comunidades de inconformistas que, aunque eran una minoría, eran muy visibles, y la cultura predominante era la libertad de pensamiento y la movilidad social, caracterizada por una disposición inusual para reunir recursos y compartir ideas.
No había un foro más importante para este tipo de intercambio intelectual que la Sociedad Lunar de Birmingham.