La vida de Renato Cisneros (Lima, 1976) nunca fue la misma desde que decidió dejar de ser un periodista para convertirse en un buzo.
Un buzo que cruza la línea movediza que separa la realidad de la literatura, para sumergirse en las aguas turbias de una memoria controvertida, íntima y familiar, pero también pública y colectiva.
Pero la hazaña valió la pena, ya que volvió a la superficie con una recompensa preciosa en su malla: las novelas "La distancia que nos separa" (publicada en 2015 y de la que se publicaron seis ediciones) y "Dejarás la tierra" (publicada en julio de 2017).
Dos libros que en principio estaban unidos —"Donde yo veía una sola historia, la de mi familia, mi editor vio dos novelas distintas"— pero que siguen dialogando entre ellos. Porque uno empieza exactamente donde acaba el otro: en ese lugar donde "los muertos hablan a través de los vivos".
"La distancia que nos separa" es una suerte de biografía novelada de su padre, al que afirma haber conocido "en sus años de muerto, más que en sus años de vivo". Y es que fue "un padre con quien compartí sólo dos veces una cerveza", escribe.
Ese padre era el conocido general Luis Federico Cisneros —llamado El Gaucho porque nació y se crió en Argentina—, ministro del Interior y de Guerra del Perú durante los gobiernos de Francisco Morales Bermúdez (1975-1980) y de Fernando Belaúnde Terry (1980-1985).
Pero sobre todo fue compañero de promoción de Jorge Rafael Videla, Leopoldo Galtieri y otros representantes del gobierno militar argentino; admirador del que fuera secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger, y el gobernante de facto de Chile, Augusto Pinochet.