Cuando Lisa Campbell llegó a Grecia en 2015 para prestar ayuda ante la ola de refugiados que llegaban a sus costas, creía que estaría allí unas semanas.
Sin embargo, terminó administrando un campo de refugiados que fue cerrado súbitamente en noviembre pasado.
¿Qué fue lo que llevó a una mujer estadounidense, mormona y con seis nietos a dejar a su familia y su trabajo para irse a Grecia a lidiar con la crisis de refugiados?
Lo cuenta ella misma.
"Como la mayoría de la gente en Estados Unidos, yo no tenía conciencia de la escala del desastre con los refugiados hasta que en 2015 se publicaron las fotos del niño Alan Kurdi, de tres años, que había sido arrastrado por la marea.
Pero no sentí el impacto de la magnitud del fenómeno hasta que no estuve aquí y vi por mí misma las pilas de chalecos salvavidas y los botes varados en la playa.
Había solicitado una licencia en mi trabajo y había planeado pasar 45 días en Grecia. Suponía que iba a encontrar gente que tenía alojamiento, estaba alimentada y contaba con servicios básicos.
Amanecer en Lesbos
En mi primera mañana en la isla de Lesbos, salí al balcón y pude ver nueve botes que venían desde Turquía.
Escuchábamos a la gente decir que los botes estaban sobrecargados, pero ver a 50 personas bajando de una embarcación con capacidad para 10 fue algo sobrecogedor. No podría enumerar la cantidad de veces que la gente descendía de los botes y literalmente besaba la tierra.
Era difícil comprender lo que estaba viendo. Estaba horrorizada con las historias que escuchaba. Y al mismo tiempo, estaba feliz de poder ayudar, de ver a esos niños ya vestidos con ropa seca, buscando el primer juguete que pudieran encontrar.
Probablemente no quedó ninguna emoción sin experimentar, estando allí día tras día en la playa, viendo la llegada de los botes. Y así fue como comenzó mi viaje a Grecia.
Cuando llegué al campo de refugiados de Oinofyta, en el continente, al norte de Atenas, no había nada; sólo tiendas y cocinillas de campaña. Yo no tenía experiencia con refugiados, pero soy una persona proactiva.
Después del huracán Katrina —sacudió EE.UU. en 2005 y fue uno de los cinco más mortíferos y el qué mayor daño económico provocó en la historia del país— , ayudé a crear una organización sin fines de lucro llamada Do Your Part (Haz tu parte).
Había trabajado en zonas de desastre, pero la de Grecia fue la primera experiencia con refugiados. Simplemente empecé a hacer cosas; organicé, planifiqué y construí.