Primer martirio: la gasolina.
José Espinoza, empleado de una estación de servicio de la calle Cecilio Acosta de Maracaibo, al occidente de Venezuela, toma su café -negro, poco azúcar-, sentado a dos metros de su puesto de trabajo. Está relajado, despreocupado. No hay gasolina y su oficio es, por ahora, nulo.
"Tengo 30 años acá y es primera vez que he visto algo así. Antes, la gasolina nos duraba tres días, pero ahora no pasa del día y medio", me dice, a las 8:00 de la mañana, mientras comparte su bebida conmigo.
El déficit de combustible evolucionó a pasos agigantados hasta arropar todas las gasolineras de Maracaibo, la Costa Oriental del Lago y los demás municipios del estado Zulia, considerado la meca de la explotación petrolera venezolana.
La carencia del carburante es frecuente desde el año pasado en la región occidental, pero usualmente se circunscribía a los fines de semana y se solventaba cada lunes o martes.
Lo extraordinario de la última semana es que la escasez se extendió durante siete días sin explicación o remedio oficial. Filas kilométricasbordean las estaciones de servicio de toda la ciudad en plena víspera navideña.
Zulia se ralentizó a medida que el transporte público y de mercancías mermó. Escenas similares se viven en regiones vecinas, como Táchira y Barinas.