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“El hijo de Pablo Escobar y yo nos perdonamos”

Jorge Lara, hijo del exministro de Justicia de Colombia, Rodrigo Lara, asesinado por Pablo Escobar, le contó a diario Metro su testimonio de vida.

Las preguntas son interminables a la hora de conversar con Jorge Lara, el hijo menor del exministro de Justicia de Colombia Rodrigo Lara Bonilla (+), quien fue acribillado por el máximo exponente del ‘cartel del Medellín’, Pablo Escobar Gaviria (+).

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El hoy activista de la paz Jorge Lara visitó diario Metro, en Guayaquil, en el marco de su llegada a la provincia del Guayas, para participar de la Semana de la Paz, organizada por la Prefectura.
La orden de muerte del papá de Jorge la dió Pablo Escobar en 1984, cuando Colombia vivía una crisis de atentados y terrorismos.
Desacuerdos políticos entre Escobar (+) y Lara (+) llevaron a la muerte al exministro colombiano, a quien sicarios mataron a quema ropa y en su automóvil en los exteriores de su casa, en Colombia.
En ese entonces Jorge tenía 6 años y aún recuerda los enormes orificios de las balas en el carro de su padre. Hoy, después de más de tres décadas, afirma que “la reconciliación es el camino”.
Y es que la tragedia de la familia de la víctima y la tragedia de la familia del agresor tienen parámetros opuestos pero, a la vez, paralelos, relata Lara.
“Tenía 6 años y el hijo de Pablo Escobar (Juan Pablo, conocido hoy como Sebastián Marroquín) tenía la misma edad. Él estaba en una parte de la historia y yo en la otra, éramos actores de una historia en la que no pedimos actuar, pero los parámetros hicieron que estemos allí y con esto, ser enemigos, pero ser enemigos porque la sociedad quería que fuéramos enemigos. La sociedad te condiciona, los valores que la familia te inculca te condicionan a hacer lo que ellos quieren que tu hagas, o lo que ellos piensan que es correcto”, comenta.

Camino a la reconciliación

Pero la historia da un giro de 180 grados cuando el director argentino Nicolás Entel, autor del documental  ‘Los Pecados de Mi Padre’,  contacta a Jorge para tener un acercamiento con Sebastián Marroquín.
Al final,  accedió a reunirse en privado y con la presencia de un fotógrafo que no podría hacer públicas las gráficas.
“En el 2009, a los 31 años, me encontré en Madrid  con Sebastián y mantuvimos largas tertulias, hablamos de nuestras vidas y el punto de quiebre a raíz del asesinato de mi padre”, cuenta y, agrega: “lo miré a los ojos y le dije: el día que tu papá mató a mi papá, mi vida cambió”, a lo que Sebastián le habría respondido: “El día que mi papá mató a tu papá, mi vida cambió”.

 

Allí empezó la amistad y el deseo de ser activistas de la paz mundial.
“Con nuestro mensaje, con nuestro testimonio y nuestro ejemplo servimos para que otros se inspiren y entendamos que la paz es posible, que no es ninguna utopía”, afirma Lara, quien hoy recorre el mundo y visita a miles de jóvenes llevando este mensaje de paz y reconciliación.
 

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