El clásico sudamericano se manchó por los enfrentamientos a minutos que rodase el esférico en el mítico Maracaná. Hinchas de Brasil y Argentina se enfrentaron en una de las localidades del escenario, donde se visualizó el actuar violento de policías contra fanáticos albicelestes.
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“Lo vivimos mal porque veíamos cómo le pegaban a la gente. Ya lo habíamos visto con la Policía, con lo que pasó en la final de la Libertadores, otra vez reprimiendo a la gente con los palos. Había jugadores que tenían la familia ahí”, sentenciaba un Messi visiblemente preocupado.
Al argentino y campeón del mundo, después del cotejo, no le importó en mayor parte romper el invito de la Verdeamarela, sino la integridad de las familias que acudieron al lugar.
“Estás más pendiente de la gente, que no sabes bien qué está pasando, que de jugar un partido que llegado a ese punto es algo secundario”.
Histórico triunfo con un mensaje de menos violencia
“Creo que hicimos eso porque era la manera de que todo se tranquilizara un poco. Nosotros no podíamos hacer mucho, veíamos como le pegaban a la gente, como los tiraban para atrás. Podría haber pasado una tragedia, por eso cuando se calmó un poquito decidimos ir para adentro. Ahí preguntamos cómo estaban los familiares, preguntamos cómo andaba la gente...”.
“Este equipo sigue haciendo historia…Gran victoria en el Maracaná aunque quedará marcada por la represión a los argentinos una vez más en Brasil. Esto no se puede tolerar es una locura y se tiene que terminar ya”, finalizó el ganaor de ocho balones de oro.
Argentina asestó este martes la tercera caída en línea a la selección de Brasil, la primera dentro de su casa en la historia de las eliminatorias, y la dejó sumida en una crisis al cierre de la sexta fecha, que dejó al campeón del mundo sólido en la cima y a Uruguay como escolta.
