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Andrés Merino del Salto: “Apostar por la mano de obra de madres solteras ha sido la clave de nuestro éxito”

Andrés Merino del Salto, Presidente de Fabmer S.A., comparte la historia de la empresa familiar ecuatoriana fundada por su padre.

En un giro inesperado, Andrés Merino del Salto, un joven abogado de 33 años, se convirtió en un empresario exitoso. En entrevista exclusiva, Merino compartió con el CEO de Metro Ecuador, Hernán Cueva Espinosa, su historia de cómo pasó de ser un abogado al Presidente de una empresa de la industria papelera que factura USD 24 millones al año.

La historia empieza mucho antes, con el padre de Andrés, Juan Merino Donoso, quien con más de 20 años de experiencia en la industria, decidió en el 2001 ‘lanzarse al vacío’ y crear su propia empresa a los 49 años. La historia de su compañía es un ejemplo de cómo la determinación y la visión pueden llevar a alguien a alcanzar el éxito.

La empresa Fabmer S.A., que inicialmente se llamó Juan Merino Donoso e Hijos, comenzó a operar en el año 2001. Andrés cuenta que la oportunidad llegó cuando su mamá animó a su padre dejar su trabajo en Kimberly-Clark y crear su propia empresa.

“Ella siempre le decía que tenía que hacer algo propio. Y finalmente, papá decide crear la empresa”, recuerda.

¿Cuéntame un poco de los inicios de la empresa?

—Mi padre siempre había trabajado en la industria papelera. Comenzó en La Reforma, que después fue comprada por Kimberly-Clark, y luego trabajó en Kimberly Clark durante muchos años. Pero siempre había soñado con crear su propia empresa.

Como lo expliqué antes, la empresa Fabmer S.A. comenzó a operar en el 2001; papá tenía clara la visión desde el incio: quería democratizar la calidad del producto y ofrecerlo a un precio razonable. Quería ofrecer un producto de alta calidad, pero sin tener que ‘desangrar’ al consumidor.

La estrategia funcionó. La empresa comenzó a crecer y a expandirse, y pronto se convirtió en una de las principales de la industria papelera en Ecuador. En el año 2019, la empresa se constituyó como Fabmer S.A. y firmó un contrato de inversión con el Ministerio de Producción.

La inversión fue de casi 7 millones de dólares. Y nos permitió montar una fábrica cerca de Cumandá, en Chimborazo. Fue un gran logro para la empresa y para nuestra familia.

Al inicio de nuestra conversación, me comentabas que llegaste por casualidad al mundo empresarial…

—Mi camino hacia el mundo empresarial no fue convencional. Después de graduarme en Derecho en la Universidad de Navarra, en España, planeaba quedarme en ese país y trabajar como abogado. Sin embargo, mi padre ofreció pagarme una maestría en Administración de Empresas.

Al principio, no me pareció la idea. Surgieron los diálogos intensos entre un padre que quería imponer su visión y un hijo que quería perseguir sus sueños. Es que no sabía nada de números, contabilidad o marketing. Pero mi padre me dijo que si quería que me pagara la maestría, tenía que ser en Administración de Empresas.

Y en fin, gracias a mi hermana que es una persona que amo tanto y que también escucho porque tenemos una conexión súper especial ambos, es que llegamos a un acuerdo con papá. Y decido quedarme en el país y en la empresa.

Después de completar la maestría, me uní a la compañía y comencé a trabajar en el mundo empresarial. Ha sido un proceso de aprendizaje constante; mi padre me dio la oportunidad de aprender y crecer, y estoy agradecido por eso.

¿Cuándo tomaste el liderazgo de la empresa?

—Después del fallecimiento de mi papá, en el 2020 durante la pandemia del Covid, asumí el liderazgo de la empresa con el desafío de mantener su legado y llevar la empresa hacia un futuro exitoso.

Él siempre me enseñó que la pasión y el compromiso son fundamentales para el éxito. Y eso es lo que hemos intentado mantener en la empresa. Nos rodeamos de personas que comparten nuestra visión y nuestra pasión, y hemos trabajado arduamente para mantener la calidad de nuestros productos y servicios.

Actualmente, la empresa ha experimentado un crecimiento significativo. Hemos invertido en tecnología y hemos expandido la oferta de productos y servicios. También hemos implementado una estrategia de gestión de talento, atrayendo a profesionales experimentados de la industria.

¿Qué característica han sido claves en tu gestión?

—Para mí, la clave del éxito es la sinceridad y la transparencia. Nosotros somos una empresa familiar, pero también somos una empresa que quiere ser líder en la industria. Y para lograr eso, necesitamos ser abiertos y escuchar a nuestros clientes y proveedores.

Fabmer S.A. es una empresa que cree en el país y en las personas. Y eso es lo que hemos intentado mantener desde el principio.

Hoy en día, estamos orgullosos de tener una plantilla que es casi la mitad mujeres. Y no es porque sigamos recomendaciones o tendencias, sino porque simplemente han demostrado ser increíblemente talentosas y capaces. En nuestro departamento financiero, por ejemplo, el 70% de los mandos son mujeres. ¡Es un logro increíble!

Mi padre siempre apostó por la mano de obra de las madres solteras, y eso ha sido una de las claves de nuestro éxito. Ellas han demostrado ser más comprometidas y agradecidas, y hemos podido crecer gracias a su esfuerzo.

Pero no solo se trata de las mujeres. También hemos creído en el progreso y en la forma en que puede crecer el talento interno de la empresa. Nuestro promedio de edad es de 34-35 años, y la persona con mayor antigüedad tiene más de 17 años con nosotros.

Como siempre digo, hemos creído en las personas que siempre han apostado por nosotros. No solo se trata de los administradores o empresarios, sino de todos los colaboradores que trabajan con nosotros. Desde la persona que hace limpieza hasta la que te saca la servilleta, todos son fundamentales para nuestro éxito.

Y eso es lo que hemos intentado hacer. No buscar talento afuera, sino encontrarlo dentro y darle el empujoncito que necesita para crecer. ¡Y ha funcionado! Tenemos personas que empezaron como asistentes de producción y ahora son jefes de mantenimiento.

Me gustaría destacar también nuestro compromiso con la sostenibilidad y la equidad de género. Estamos trabajando arduamente para reducir nuestro impacto ambiental y promover la igualdad de oportunidades para todos nuestros empleados.

¿Cuáles son los productos estrellas de la empresa?

—Tenemos dos marcas que son las líderes en nuestra facturación y próximamente serán líderes en el mercado, son Dolly y Danny.

Bueno, te voy a contar una primicia: Dolly, en particular, tiene una historia muy curiosa. Su nombre nació en una lluvia de ideas que tuvo mi padre con mi mamá. Estaban buscando algo que se asemejara a la suavidad y la comodidad, y se acordaron de la oveja merino. Y ahí nació el nombre. Merino una raza de oveja que produce la lana más fina que existe para tejido. Y es curioso que el apellido de los fundadores de la empresa sea Merino.

Y Danny, por otro lado, es una marca que lleva el nombre de mi hermana y se debe a que ella era la consentida de papá (risas).

Para concluir, ¿cuáles son tus expectivas en este negocio?

—La industria papelera es emocionante, es un sector que requiere innovación y creatividad para mantenerse al día. Y eso es lo que me encanta. Recuerdo cuando mi padre fundó la empresa, yo era solo un chico. Pero siempre estuve fascinado por la forma en que se podían transformar las materias primas en productos que la gente usa todos los días.

Hoy en día, estamos trabajando en desarrollar productos más sostenibles y ecológicos. Es un desafío, pero también es una oportunidad para innovar y hacer una diferencia. Y no solo se trata de los productos en sí mismos, sino también de la forma en que los producimos. Estamos trabajando en reducir nuestro impacto ambiental y en mejorar las condiciones laborales de nuestros empleados.

Es un viaje emocionante, y estoy orgulloso de ser parte de esta industria.

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